martes, 8 de abril de 2014

DESALOJO DE LA ESCUELA TALLER DE ALCORCÓN

Esta mañana ha sido desalojada la Escuela Taller de Alcorcón.
Lo que me anima a escribir sobre este hecho es precisamente los argumentos que se han dado para este desalojo. Estos argumentos son muy simples:
Se basan en el miedo, en los prejuicios, en la negación de todo lo que se salga de unos clichés fijos, bajo una falsa argumentación de respeto a los vecinos y sus derechos.
El miedo que se inocula en los vecinos, que se amplifica, que se provoca hacia lo diferente. Y la amenaza del que ejerce el poder parapetado en los votos recibidos, pasando por encima del resto de los mortales.
Oigo con atención la argumentación ( que curiosamente se repite en los medios refiriéndose a otros casos similares):
"Se trata de antisistemas": como si eso fuese un crimen. El crimen es el sistema, el sistema que mata, que permite tanta desigualdad e injusticia ( "este sistema mata", no lo he dicho yo, lo ha dicho uno de los líderes mundiales reconocido, y sí, la máxima autoridad católica, mal que le pese a nuestros cardenales y nuestros dirigentes de peineta y procesión: el Papa Francisco; luego, cualquier católico se debería sentir orgulloso de ser considerado antisistema)

" Radicales" es otro de los adjetivos peyorativos: palabra que viene de "raíz", y es que de raíz hay que cambiar el sistema, esa raíz que se hunde en el corazón humano, la raíz del egoísmo depredador.
La propiedad privada: cierto, es un derecho, como el derecho a la vida, al honor, a la salud, a la educación, a la libertad de expresión, a la vivienda, al trabajo...cuando todos estos derechos son pisoteados, ¿qué gravedad puede tener el ocupar unos talleres abandonados? Un centro donde los jóvenes, y no tan jóvenes,se reúnen, charlan, disfrutan de su música, de su biblioteca, de sus talleres; donde hay un ropero para los necesitados, donde se acogen algunos sin techo...
Para que los vecinos puedan estar tranquilos, libres de miedo...¿miedo de qué? ¿de un muchacho con rastas? ¿eso da miedo? El hijo de unos amigos lleva rastas, es una excelente persona, un gran trabajador. Se gana la vida dignamente como fontanero. Una mañana, cargado con sus herramientas, fue interpelado por unos jóvenes que se detuvieron junto a él conduciendo un descapotable. Se acercó pensando que querían preguntarle alguna dirección...pero no, simplemente lo agarraron de la mano, arrancaron dando risotadas y lo arrastraron...hoy ese muchacho tiene lesiones en la espalda.
He estado en la eskuela alguna vez, y allí no había ratas. Había personas, como tú y como yo, haciéndose un lugar en el mundo.

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